martes, 15 de diciembre de 2015

Las mentiras en el video Otto el Toro




Siempre me causa una gris impresión la entusiasta capacidad de mentir en un movimiento de pureza ética como el animalismo. Cada mes los taurinos debemos soportar las ideas de algún planning morboso que siempre inventa alguna forma de ocasionar daños a la imagen de la tauromaquia con falsedades fantásticas, como si la grandeza de su acusación en contra de la tauromaquia no fuera suficiente (¿o porque no lo es?).

En el caso de diciembre asiste ante nosotros el vídeo de un risible torito de nombre Otto, de manufactura mexicana y sostenido en una complicada red de mentiras e infantilismos.

Es cierto que el vídeo de Otto parece dirigido a un público infantil, sobre el que desea una poderosa información de las corridas, pero también que su visión, embrutecida y lela, coincide plenamente con el imaginario animalista sobre la tauromaquia, el toro y el aficionado. Al final se tiene la sensación de un vídeo que parece más un monólogo del animalismo en sí que un vídeo nazi de propaganda dirigido a infantes.
Sin más preámbulos, y sin rebajarnos a poner el link del video para darle de comer a los animalistas, vamos a ver si los antitaurinos le dicen la verdad a los niños:


"Es un toro común, pero dicen que es de lidia para poder usarlo a su antojo"

No precisamente. El toro de lidia no es como los otros, por más confusión que pueda generar (entre quienes jamás lo han visto) el que tenga cuatro patas y dos cuernos, como un Wagyu japonés. Un holstein no es un Miura, ni puede serlo. El toro de lidia es llamado así porque resulta ser el único bovino que combate con creciente agresividad, sea en machos o hembras. Esta verdad incluso ha sido refrendada por la ciencia. Solo en este último año, dos facultades académicas han publicado sendos estudios sobre los cromosomas que hacen del toro de lidia un animal sui generis, y que conserva en su carga genética datos verificables sobre fenotipos y genotipos adaptados para la lucha, la agresividad o la bravura. Que el toro de lidia no es un toro común es un hecho aceptado.


"Lo golpean con palos para ver si se defiende por instinto y es bravo"


 ¿Los toros comunes se defienden ante una agresión de cualquier tipo? Esta es la pregunta racional que dimana si se acepta como verdad que Otto es un toro común. En todo caso, parece que el animalismo infantiloide no solo ignora todo sobre el toro de lidia, sino que al parecer también lo hacen sobre las razas domesticadas. El proceso de selección y condicionamiento, moldeado por siglos con paciencia, ha hecho de las razas cárnicas domeñadas algo muy similar a un apacible rebaño de ovejas. Es bastante difícil que un macho bovino de razas "comunes" responda a nada. Su nariguera cuelga como una candonga brillante para lucir como un símbolo del amansamiento. Incluso la palabra "bravo" se contrapone a la de "manso", solo porque el último es el animal que no responde ante la agresión. Si el toro de lidia es un toro común, pero los toros comunes no responden a la agresión, es bastante improbable que golpearlo con palos haga que se defienda, por lo que no podría ser llevado a corridas, ni existiría el toreo.

Por demás, decir que al toro se le golpea con palos en las ganaderías mientras un bate de béisbol sale a escena, solo puede ser calificado como una ruin mentira. Es totalmente falso y malintencionado asegurarlo.

Cuidado con la vaca lechera junto al torito. El lunfardo del bate está por sacar su tercer strike

"Le echan aguarrás en sus patas para que no pare de bailar"

¡Estas personas son dignas del siglo III! No pueden formular un sumario de argumentos sin que el punto que se toque sea una total contradicción del anterior. ¿Así que en la ganadería alguien se ensañó a batazos con el toro para demostrar que era bravo, pero se necesita "aguarrás" aplicado en las patas para que se mueva, ya que no es bravo y por ende no se movería por sí solo a luchar? Esta sofistería sería suficiente, pero nadie puede explicar cómo es que el aguarrás, un disolvente suave de pintura, puede ser capaz de tener un efecto constante que dure toda la lidia, para importunar las patas del común pero bravo pero manso animal. Si obviamos que la pezuña del toro no posee terminaciones nerviosas (es una uña hendida, grande y dura), aplicarle en hipotético caso el aguarrás tendría el mismo efecto del disolvente de esmalte cosmético en las uñas humanas: algo totalmente indoloro. En este punto debemos disculpar de esta estupidez a los animalistas: sus mujeres no usan maquillaje, ya que evitan cualquier cosa probada en animales. Ellas deben imaginar que sus pares no-veganas sufren una indecible tortura cuando remueven el esmalte de sus uñas. Otra ventaja del veganismo.
Desde luego no hay pruebas documentales que demuestren la existencia de esta aplicación en las pezuñas de los toros, más allá de los dibujos animalistas.


"vaselina en sus ojos para que todo sea sorpresa"

La obsesión antitaurina con esta ligereza es inexplicable. Como si ese "animal común" en realidad fuera peligroso, alguien jamás captado por una sola cámara aplica vaselina grasa en los ojos de un bovino con el fin de correr un tupido velo de niebla en ellos. El animal, como es obvio, va viendo el mundo a través de un cristal empañado, lo que facilita la labor al matador al momento de esquivar los cuernos. ¡Como si no fuera suficiente con ser un toro común, pero seleccionado a palazos como bravo, pero obligado a ser bravo con removedor de pintura! Algunos deberían contener su imaginación. No hay una sola prueba documental que demuestre el mito de la vaselina en los ojos. Tampoco queda claro cómo es que la acción de la grasa en la retina puede causar una visión borrosa constante, o como es que el toro embiste a caballos, muletas, capotes, banderilleros y toreros si es que de verdad no está viendo absolutamente nada. Sin una sola prueba que lo demuestre, ni racionalidad alguna a la vista, el mito de la vaselina en los ojos cae en el vacío. Incluso el famoso extorero Álvaro Múnera El Pilarico, ahora un antitaurino irredento, ratifica que es un risible mito.  (ver minuto 37:20 de este video)




CAPOTES ROJOS 

La siguiente imagen lo explica todo. Aunque el vídeo prosigue en una importante cantidad de falsedades (confundir el orden de los tercios; mentir que al toro se le clavan las banderillas en el cuello, incluso la pica, obviando la existencia del morillo), que ni siquiera se tenga claridad en algo tan fundamental como el color de un capote, explica que en realidad estas personas jamás han visto una corrida de toros en sus vidas. Sin embargo se creen autorizados a contarle a los niños de qué trata el toreo, un rito devenido desde la Grecia clásica que sin embargo se reduce para ellos en una carrerilla de animal con disolvente y vaselina para que las personas se rían, como en un chiste ligero.

Aquí se debe desenfundar el arma de inmediato para preguntar cómo es que alguien que tiene en tan poca consideración "la verdad" puede hablar de cualquier tipo de ética. Cuando se recuerda que no solo hablan sino que intentan imponer su visión de la ética, se torna más preocupante todo, por cuanto estaríamos nada más y nada menos que ante un fanatismo. El vídeo de Otto el toro, de inicio a fin, es una mentira.


¿Por qué mentir tanto?

¿Alguien podría creer en una denuncia plagada de mentiras? Es obvio que no, pero haría falta mucha ingenuidad para suponer que los animalistas pretenden denunciar, informar o hacer consciencia con esta clase de cosas. Para ellos es más rentable el direccionamiento de odio contra la tauromaquia, entre otras cosas porque de inmediato retrata al animalismo como un movimiento saludable por sí mismo, y desde luego dispuesto para la recepción de donaciones económicas, ya que el animalismo es un negocio multimillonario.

En el caso de Otto el toro la ONG y los realizadores se encargaron de hacer un clip donde la verdad no aparece en uno solo de sus segundos. Adoctrinar a los niños en el odio a las corridas, es decir, a los taurinos, es un efecto colateral en este ejercicio de extender la misma falsedad en distintos formatos. Ni siquiera cuando hablan de la muerte del astado, fundamento y centro del rito taurino, tienen la delicadeza de poner las cosas en orden y ofrecer los argumentos en torno al sacrificio. Para ellos, al toro se le clava una espada que mide un metro de largo (!) y luego se le corta la yugular previo arranque de las orejas cuando aún estaba con vida. ¿Acaso refutan de alguna manera la escala moral en torno a la muerte del toro, devenida de códigos caballerescos y estudiada por autores modernos como Palette-Cazajus o J. Aledón? Sería mucho pedir para un vídeo infantil. Y se dice "infantil" no precisamente porque sea dirigido a niños.


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En el año 1988 Maníli abría la puerta grande de Las Ventas de Madrid en la corrida de Miura. También nacía yo. Amante de la tauromaquia, el cine, la literatura y el rock. Sigo con obstinada fe la certera evidencia de la frase de Lorca: "Creo que los Toros es la Fiesta más culta que hay en el mundo".